Si Ella sale a las 7:10 y Él a las 7:15, a las 7:20 -calculando la velocidad de sus pasos- se encontrarán en la parada de autobús. Entonces ella le preguntará la hora, recordando que ha olvidado su reloj pulsera y él responderá "7:20" casi sin pensar, concentrado en descifrar el color de esos ojos que lo interrogan. Dos años después se casarán. En dos más, un día de abril, nacerá su primera hija a la que llamarán Eliza en honor a una abuela. Nadie contaba con que el despertador fallara ese día y él, inocente, se despertara a las 7:30. Diez minutos tarde para cumplir con su destino, y con el de Eliza, y con el de Ella.
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Nombre: Karen Piedrahita
Alias: K
Sitio web: Por la trocha
País: Colombia
Lamentablemente lo que nos planteas en este cuento puede estar pasándonos constantemente.
ResponderEliminarUn saludo, Karen.
P
Tomas un camino e inevitablemente dejas un montón que no podrás recorrer, así es. Yo lo terminaría en "tarde para cumplir su destino".
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Más de una vez nos planteamos casos parecidos.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Los despertadores que no hacen bien su función no sirve. Muy buena historia y muy buen final aunque no sea feliz
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